A finales de la primera semana de cada noviembre las solapas, sombreros y abrigos del mundo anglosajón lucen una amapola roja. Esta flor también aparece en las camisetas de los equipos de fútbol o en los coches que circulan por ciudades tan distantes como Londres y Delhi. 

Desde el final de la Primera Guerra Mundial todos los estados pertenecientes a la Commonwealth recuerdan y homenajean así a todos los caídos en conflicto bélicos. La fecha del final de las hostilidades en 1918 fue el once de noviembre (mes número 11) a las once horas. Esta coincidencia con el número once no deja de resultar curiosa. Cada año se celebran actos en todas las ciudades y festivales para honrar a las víctimas de las guerras del siglo XX y de las actuales.

La amapola es la protagonista de esta celebración puesto que durante la contienda un militar llamado McCrae escribió el poema In Flanders Fields. Esta pequeña obra se convirtió en un himno de la Primera Guerra Mundial y de las posteriores. El poema fue escrito después de que McCrae perdiera en el campo de batalla a uno de sus mejores amigos. Después mientras caminaba empezó a darse cuenta de la gran cantidad de amapolas que crecían en los campos, en los caminos, o en lugares donde habían perecido cientos de hombres. El color rojo de la flor era la metáfora que la naturaleza ofrecía acerca de la sangre de tantos soldados que se había derramado en la misma tierra.

Actualmente en Gran Bretaña perdura la Royal British Legion fundada para ayudar a los veteranos y a sus familias. Con más de 700.000 miembros no está subvencionada por el Estado. Su labor continúa año tras año asesorando en las reclamaciones de pensiones y el apoyo al empleo de veteranos discapacitados. La fundación centra sus esfuerzos en dos vertientes: ayudar a los militares retirados que lo necesiten y homenajear a los caídos en combate. Su consigna es: “to the memory of the fallen and the future of the living ”. Todos los años lideran los esfuerzos para el mantenimiento de este homenaje y sustentan las ayudas que brinda su organización a través de festivales, desfiles, servicios religiosos y amapolas de tela, papel o cerámica.


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